Pataleta: control de rabia y frustación

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Un niñ@, hacia el año y medio de vida, cuando comienza a formarse una cierta idea de sí mismo, pone a prueba los límites de su yo y el resto del mundo. ¿Te gustaría saber como ayudar a controlar una pataleta llena de rabia y la frustación? Sigue leyendo…

Este resto del mundo, que se compone de madres, padres, hermanos, otros niños y niñas, arena del parque, columpios, chuches y otros objetos de deseo chocan cob esa frustación. «Yo quiero esto que depende de ti pero tu no me das«: así, la intrépida criatura descubre la frustración.

La combinación de frustración, hormonas, nervios, entorno y otros factores hace que, en determinados momentos, esta frustración estalle en forma de pataleta.

Podemos describir brevemente este término como una explosión nerviosa con abundantes sacudidas y otros movimientos más o menos violentos, gritos y, en determinado nivel y según el carácter, golpes a alguien, insultos o quizás lanzamiento más o menos afortunado de objetos. Todo esto es especialmente frecuente entre los 18 meses y los 4 años, más o menos, y suele darse cuando el pequeño ha hecho una demanda que los adultos de referencia no quieren o no pueden satisfacer.

Estas reacciones airadas frente a la frustración son lo más normal del mundo, y de hecho podemos ver personas de 30 años haciendo cosas parecidas. La diferencia está en la frecuencia y, en principio, en el contenido de la pataleta (se supone que la mayor parte de la gente adulta sabe controlar lo que hace cuando está enfadada…). Por decirlo técnicamente, la pataleta es una conducta propia de los niños pequeños y que se da como reacción a un estado emocional de rabia o frustración.

➡️ El estrés no ayuda

En gran parte, depende de si las necesidades básicas están cubiertas o no. No es lo mismo frustrar una necesidad real que frustrar un deseo imposible o no recomendable de satisfacer. También es fácil que la demanda expresada («yo quería la chaqueta amarilla!«) sea la forma que toma otra demanda («necesito salir a tomar el aire!»). Si intentamos estar conectados con nuestras criaturas, podremos comprobar más fácilmente, frente a una pataleta, qué le debe estar pasando, y qué necesita realmente. En todo caso, tener las necesidades satisfechas ayuda a prevenir las pataletas, sencillamente porque la niña o el niño estarán menos estresados.

Aunque intentemos reducir factores de estrés en nuestras vidas, las pataletas no desaparecerán sólo por eso: también tienen la función de descargar la tensión que provoca la frustración frente a situaciones cotidianas insatisfactorias. Hay todo un porcentaje a realizar sobre cómo la realidad no siempre se corresponde con nuestros deseos, y se ha de pasar por esta fase para poder crecer.

Control de rabia y frustación

➡️ ¿Cómo actuar frente a una pataleta?

Antes que nada, planteémonos si su demanda es completamente irrealizable (a veces, ahorrarse un conflicto vale la pena). Si es seguro que no podemos ceder, hay algunas cosas a probar:

  • Intentar mantener la calma: es mucho mejor para los dos.
  • Intentar observar a la criatura poniéndose a su altura sin decir nada y esperando con paciencia que se le pase.
  • Evitar el mal físico que se pueda hacer o pueda hacer a otros, si puede ser importante.
  • Cuando comience a calmarse, decirle flojito palabras que le hagan darse cuenta de que le entiendes («estás muy enfadado/da, ¿verdad?», «querías tal cosa…»)
  • Cuando se deje, darle un abrazo: lo necesitareis los dos.
  • Proponerle alguna alternativa: ¡después de la catarsis, necesita aferrarse a algún éxito!
  • Si no puedes hacer nada de lo anterior, decirte: «no pasa nada, no seré la primera madre o padre que pierde los estribos frente a una pataleta«. ¡Y probar suerte la próxima vez!
  • Recordar que el estrés hace más frecuentes y más surrealistas las pataletas. Mira de reducirlo y, si vivís en un balneario… ¡bien, en educación no hay reglas exactas!
  • Si las pataletas son muy frecuentes, se ha de escoger en qué cosas seremos flexibles y en qué otras no tanto: ser del todo inflexibles puede llevarnos a una relación muy conflictiva. Si a pesar de ello, son demasiado habituales e intensas para la edad el niño, vale la pena consultar con un profesional.

Esperamos que todos estos consejos te ayuden a acompañar a tu hijo en este proceso y dispongas de unas pautas para controlar la rabia y la frustación que conlleva una pataleta.

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